La lectora2.

De pronto, sin saber de donde, salió la hermana

- ¡ Qué ocurre, por qué grita...!
- ¿Qué ocurre... Mire lo que está haciendo su hermano...
La hermana la tomó por el hombro y se la llevó a una salita.
- Siéntese, por favor.
- No gracias. Estoy demasiado nerviosa para sentarme.
- Como usted quiera. En relación a mi hermano he de decirle que le permitimos todo porque ha sufrido mucho. Cuando era un niño, por un error médico, perdió la vista en ambos ojos. Imagine el dolor de mi hermano, porque no es lo mismo nacer ciego que quedarse ciego tras ver el mundo.
- ¿Y eso justifica lo que estaba haciendo? -dijo la lectora.
- Mi hermano vive en un mundo aparte. Está continuamente fabulando.
- Y entonces para que quiere una persona que le lea si tiene la historia en la cabeza.
- Digamos que "busca material" para sus fantasías -dijo la hermana un tanto azorada.
- Entonces no me interesa este trabajo. Quiero mi finiquito.

La hermana de un brinco se levantó.

- Por favor, no se vaya. Mi hermano es inofensivo... ¿Quien no ha hecho esas cosas en la intimidad? Confieso que han sido muchas las personas que han por aquí, no nos deje usted, se lo rueto. Mire, le doblo la cuantía del importe de la hora y, además, le abonaré una paga extra en compensación de lo ocurrido con mi hermano. Dígame que acepta, por favor.

La lectora se horrorizó. Cómo rechazar ese dinero que, seguro, en adelante será aumentado. Por otra parte, lo necesitaba, estaba a punto de volver a la casa de los padres. Aun así, su ética, sus valores no le permitían aceptar. "Pero los valores no dan de comer ni pagan el alquiler" se dijo.

- Está bien. Me quedaré.
- ¿Volverá mañana entonces?
- Si. Volveré. Y hablaremos de un aumento: usted no me puso al tanto, y eso, cuesta caro.
- Está en lo cierto. Mañana hablaremos de dinero.