martes, 26 de octubre de 2010

Te cuento un cuento. El Belén de Miguel 4.

Un día, mamá entra en su dormitorio en busca de algo que tenía en su mesita de noche y, entre sus cosas, al fondo como escondido, ve un reflejo color salmón. -Qué es esto -se preguntó sorprendida. Hace pinza con los dedos pulgar e índice y extrae... No podía creer lo que veía:

- ¡Es la lavandera del Belén! ¡Cómo es posible... Mi figura preferida...!

Estoy segura de haberla tirado junto al resto de figuras aunque... puede ser que inconscientemente la salvara. Y es que es tan bonita, tan esbelta con su túnica salmón y su cesto de ropa en la cabeza en dirección al río... Seguro que también me dio pena tirarla. Si fue así me alegro mucho.
Y mamá, delicadamente, coloca a la bella lavandera en el cajón primero de su mesita de noche con una sonrisa en los labios.

No lo comentó con su familia.

En realidad la madre había mentido. Como se sentía culpable por haber tirado el Belén de Miguel, dijo que papá se lo llevó a la casa de campo, donde guardaban los trastos.

La madre cada vez que se hablaba del Belén en casa se sentía más culpable: no sólo había arrojado el Belén, es que además había mentido a su hijo y, peor aún, culpó a papá de la desaparición del Belén.
Y todo para nada, porque no se atrevió a decir a su hijo que el castigo se había cumplido. Pensó en la carita de su niño, triste y apenada por haber perdido su querido Belén. Puede que nunca se lo hubiera perdonado.
Pero mamá era muy lista. Como también compartía con su hijo el amor por los animales, para compensar lo del Belén hizo una propuesta:
- Cariño. ¿Quieres que vayamos a la protectora de animales y adoptemos un perrito?
Y Miguel cayó en la trampa. Él mismo eligió un perro pequeñito, con el pelo rizado y de color negro al que pusieron de nombre Sancho. Era muy cariñoso y travieso, siempre estaba jugando y haciendo gracias. Todos se enamoraron de él.
Una noche, cuando la familia estaba viendo la "tele", Sancho salió de debajo de la butaca preferida de mamá con algo en la boca. No había forma de sacársela, tuvo que intervenir papá y ponerse serio con él. Al instante arrojó al suelo su presa.

La madre se asustó.

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