miércoles, 28 de septiembre de 2011

Corazón con corazón.

En una nave vacía, un chico y una chica.

El chico, Rubén, desde el centro de la nave, bajo la cristalera del techo, habla a la chica:

-         Deja que te muestre mis talentos.
-         No. Por favor no lo hagas –dice ella nerviosa, el corazón agitado, cubriéndose la cara con las manos.
El chico está desnudo, muestra su cuerpo perfecto de piel dorada, músculos armoniosos: ni grandes ni pequeños. Su rostro cambiado de chico insulso ahora es Adonis. Glúteos y genitales perfectos y piernas de columna Dórica.
No era un hombre, era la maravilla entre las maravillas. La perfección más allá de la perfección...
Conforme él fue desnudándose ella se deslizaba por la pared hasta llegar al suelo. Su cuerpo temblaba porque tenía miedo: Rubén se  había vuelto loco y temía que la violara.
Él, en el cenro de la nave, con los brazos extendidos y las piernas separadas (es la proporción Áurea, pensó ella).

-         Mírame. Ésta es mi obra. Como tu sueles decir, mi talento. Yo nací como todos blando, frágil y ahora mírame ¿soy el mismo? ¿no, verdad?  Y este cuerpo que ves ¿ha caído de un árbol? No ¿verdad? Entonces de dónde ha salido... De mi talento. Tu eres la más inteligente, la más culta, la que mejor habla, que todo lo sabe y presume de que todo se debe a tu talento y a tu capacidad de trabajo...
-         También puedes hacerlo tu. Basta con que quieras hacerlo.
-         Y lo he hecho. Lo se todo de mi especialidad. Soy el mejor en el gimnasio y soy sublime en las camas.
-         Cobrando.
-         Cobrando. Si. Para mi es un premio, soy feliz cuando una mujer, o un hombre, se va con una sonrisa pero, además, tengo que comer, como todos.
-         Entonces, qué más quieres.
-         A ti. Te quiero a ti. Te admiro por tus conocimientos. Porque sabes lo que soy y aun así soy tu amigo.  Te amo. Te amo y no se por qué. Tampoco se qué sientes por mi y quiero saberlo. Por eso quiero regalarte lo mejor de mi: tómame.
-         ¿Qué?
-         Tómame. Paladea mis manjares.
-         No. Vístete y vámonos de aquí, Rubén.
-         Tómame.
-         No puedo. No con un amigo.
-         Tómame. No puedes hacerme este desprecio, te brindo lo mejor de que tengo, es como si te ofreciera mi corazón para salvar tu vida y lo rechazaras. Te perdono aquel día que me llevaste a un museo, te fuiste con tus amigos y me dejaste tirado pero te perdono. Tómame.

La chica  se conmovió. Era cierto que Rubén sería capaz de dar su vida por ella. Siempre pensó que por amistad, nunca por amor.
Rubén, mientras ella meditaba, la esperaba tumbado  en el suelo con la misma postura y  los ojos cerrados.
Ella se desnudó despacio. Se acercó a él.  Suavemente dejó caer su cuerpo sobre el cuerpo de Rubén. Manos y brazos juntos. Corazón sobre corazón... 

2 comentarios:

Verdial dijo...

Da mucho para reflexionar. Todos esos adonis actuales con el cerebro lleno de paja y músculos forjados a golpe de gimnacio. Una plaga que cada vez se extiende más.
¿Entiendo que al final ella se deja llevar a pesar de sus convicciones?

Un abrazo

laisaestapia@gmail.com dijo...

También tienen su corazoncito mujer.
Pues si, se deja llevar, qué vamos a hacer, si te fijas son complementarios: él aporta belleza y ella inteligencia y valores.

Te hago notar que los papeles están cambiados. Generalmente el papel de la belleza lo representa la muujer y el de la inteligencia el hombre.

A ver si se me pasa la desgana para poder desarrollar una historia con estos personajes.

Por cierto en tu verde oscuro yo no pude entrar, no se que ocurrió.

Gracias por entrar.

PD. ¿ Tienes intención de hacer un libro con tus posts? A mi me ronda por la cabeza.